Desde el principio nos hemos llevado todas muy bien y cada una aportó sus ideas en las tareas y trabajos en equipo. Pero también nos enfrentamos, durante un periodo de tiempo, a dificultades comunicativas. Normalmente, nos comunicamos por WhatsApp, pero ocurrió que una de nosotras no nos respondió por semanas. Al final, supimos que ella perdió su móvil y, con él, los números de todas. Fue muy difícil porque las demás no sabían qué estaba pasando y, además, debían preparar una presentación sin ella.

Esto nos ha mostrado que es muy importante tener contacto por otros medios, por ejemplo el correo electrónico de cada una. La comunicación en un equipo es lo más importante para hacer y realizar todo el trabajo. 

En general, se puede decir que cada una tenía un papel y esto no estaba tan claro al principio. Con el tiempo, hemos visto que se tienen que compartir las tareas porque no se puede hacer todo juntos, por ejemplo la página web.

En el momento en que nos dimos cuenta del tiempo que teníamos (cada una tiene también otras asignaturas y tareas que hacer en su tiempo libre) y el tiempo que necesitábamos (realizar una página web, asistir en clase, preparar presentaciones, seguir trabajando afuera de clase: entrevistas, sacar más información para el proyecto…) nos encontramos con dificultades para trabajar bien y de manera estructurada.

Esto era el punto de inflexión, repartir las tareas entre los miembros del grupo, así sabían todas qué tenían que hacer, lo que nos ha ahorrado tiempo y ha facilitado seguir trabajando mejor, más relajadas y con más motivación.

Para nosotras, los mejores momentos han sido cuando surgía el flow de la creatividad, sobre todo en la fase empatiza. Al principio, no sabíamos a dónde nos iba a llevar nuestro proyecto, pero con la creación del mapa mental, tuvimos muchas ideas y lo disfrutamos mucho.

Después de estas clases estábamos muy contentas y seguíamos pensando en nuestro perfil y en el proyecto en general. Esta fase nos ha puesto los cimientos de las siguientes fases y, de verdad, no podíamos parar de aportar ideas creativas para nuestro proyecto. Además, nos ha gustado muchísimo hacer el vídeo para la presentación final, conseguimos poner en práctica nuestras ideas y, como siempre, al principio no ha salido todo bien, pero fue divertido y compartimos muchas risas. 

Para ser honestas, al principio no habíamos repartido mucho los trabajos o los papeles. Nos llevábamos todas súper bien desde la primera vez que nos vimos y así colaborábamos siempre juntas. Claro que una, por ejemplo, se encargó un poco más de una cosa, la otra más de otra. El diario nos lo rotamos cada semana, pues, una chica reflexionaba sobra una semana y después pasaba el diario a otra. Así nos fue fácil tener siempre todos los apuntes y nuestro diario al día. 

Otra razón por la cual no sentíamos tanto la necesidad de repartir los roles inicialmente, fue que tres de las componentes de nuestro grupo vivían juntas, así que también seguíamos pensando, discutiendo y colaborando juntas en casa. Las otras dos chicas, mientras tanto, pensaban y trabajaban en sus casas y después lo reflexionábamos todas juntas, en nuestro grupo de Whatsapp o en nuestros encuentros en la universidad. 

Nos encontrábamos fuera de las clases para organizarnos, para terminar nuestras presentaciones, nuestros papelones, en los cuales siempre pusimos mucha energía, mucha creatividad, y me permito decir que hasta se notaba, gradualmente, nuestro propio estilo de diseñar.

¡La cafetería era como nuestra segunda casa durante el proceso!

Gozábamos siempre de un ambiente fantástico y no sentíamos tanto la necesidad de repartir todo. Nosotras no pudimos decir, tú haces esto y tú lo otro. ¡¡ Honestamente, simplemente nos encantaba trabajar juntas y gozábamos de trabajar y evolucionar nuestro proyecto juntas!! 

También para las presentaciones elaborábamos todo juntas y después de terminarlas lo repartimos entre las cinco. Claro, cuando se trataba de organizar toda la página web, escribir sobre las 6 fases y diseñar la página web, nosotras tuvimos que empezar a dividir más las tareas. Llegamos al acuerdo de que cada una de nosotras escribiera acerca de una de las fases de Design Thinking, además repartimos las otras preguntas adicionales que teníamos que contestar. Fijamos un plazo para tenerlo finalmente todo justo a tiempo. 

Andrea, por ser la única española nativa de nuestro grupo, se encargaba siempre de la revisión de nuestros textos, presentaciones y correcciones con respecto a la ortografía, la semántica y el uso adecuado del vocabulario. Aunque también participara en la realización de todas las demás tareas.

¡Además, merece nuestro respeto, ya que logra conciliar su vida familiar con su hijo pequeño y sus estudios universitarios, con un ánimo tan positivo! 

Ester era nuestra conexión viva con la República Democrática del Congo: ¡Su padre es de este país! También tuvimos la suerte de poder hacer una entrevista con él en el auténtico rol del padre de Sami. Gracias a Ester, recibimos las informaciones importantes del país, de sus raíces, que fue fundamental para nuestro proceso. Por este motivo Ester fue, casi siempre, la que presentaba nuestro grupo. 

Jacqueline empeñaba el rol de la secretaria, es decir, se encargaba de organizar las cosas y también compartía las tareas. El diseño de la página web lo decidimos todas juntas, pero en cuanto a la organización de la página web, Jacqueline asumía el control. Claro que siempre nos poníamos de acuerdo con todo el grupo por lo que concierne a las decisiones de Jacqueline. 

Linda fue la responsable de la organización de los videos en YouTube. En nuestro grupo de Whatsapp nos mandábamos los vídeos y fotos, y Linda los subía  a nuestro canal de YouTube. ¡No sucedió pocas veces que Linda nos sacaba un ataque de risa! 

Madeleine empeñaba el papel de documentalista, se encargaba de las fotos y las pinturas. Además, era normal encontrar a Madeleine y Jacqueline metidas debajo de las sábanas con un té discutiendo del proceso, desarrollando nuevas ideas y revisando los diferentes textos juntas. Cuando andábamos un poco perdidas, Madeleine animaba al grupo con su espíritu positivo: ¡Fue la motivación en algunos baches del proceso!

Como estudiantes siempre vivimos una acción educativa que se relaciona con los saberes. El saber se refiere a la parte cognitiva, se encarga de los conocimientos que adquirimos durante nuestra formación. Por lo tanto, para avanzar en este proyecto, al principio, tuvimos que aprender en qué consiste exactamente la Lingüística Aplicada: su evolución, sus principales áreas temáticas y ámbitos de actuación y, una vez adquirido todo esto, descubrir cómo es posible aplicarla a la enseñanza y al aprendizaje de segundas lenguas. Además, desde el punto de vista teórico, tuvimos que aprender en qué consiste una tarea, cómo enseñar mediante tareas, qué significa programar actividades y cómo programarlas. 

La adquisición de todo esto y explicaciones de nuestra profesora nos han permitido pasar a la parte de la aplicación: el saber hacer, donde tuvimos que poner en práctica todo lo aprendido en lo cognitivo y que es posible ver en el apartado Proyecto Trisa. 

Por último, la parte de saber ser, es decir, las emociones que hemos probado durante este cuatrimestre, han sido diferentes. De hecho, había momentos de cansancio, de estrés, de risas, de satisfacción, de preocupación y de concentración. Hemos utilizado al máximo nuestra imaginación y esto nos han permitido desarrollar este proyecto como queríamos desde el principio. Ha sido una experiencia que seguramente nunca vamos a olvidar.

La experiencia con la metodología Design Thinking ha sido muy motivadora. Hemos de reconocer que al principio estábamos un poco confusas porque no entendíamos muy bien cómo funcionaba, todo era nuevo para nosotras. Por otra parte, sentíamos un poco de agobio y miedo porque no teníamos claro qué proyecto queríamos hacer, qué características tendría nuestro perfil y un sinfín de cosas más. Sin embargo, cuando nos pusimos a trabajar y empezamos a aportar ideas, entendimos que no debíamos preocuparnos tanto. 

En otras palabras, en un principio nuestro temor era no tener ideas, y durante el proceso nos dimos cuenta de que ideas era lo que nos sobraba. Teníamos muchísimas opciones en la cabeza y en nuestro cuaderno, digamos que hicimos varios borradores antes de determinar qué idea era la más apropiada. A partir de aquí, el proceso empezó a fluir de manera relajada. Además, gracias a nuestra profesora, Vicky, aprendimos a disfrutar de cada una de las fases, incluso de los errores que cometimos, porque gracias a ellos pudimos mejorar nuestro proyecto y sentirnos realizadas, sin preocuparnos tanto de la nota final y aprendiendo de cada detalle.

En conclusión, la metodología Design Thinking nos ha permitido trabajar en equipo, ponernos en el lugar de otro compañero y estar ahí para ayudarle cuando lo necesite. El trabajo en equipo es fundamental, ya que saca lo mejor de cada componente del grupo, y, en nuestro caso, nos hemos divertido muchísimo cada vez que nos encontrábamos para trabajar. Hemos compartido risas, nos hemos entendido lo mejor posible y siempre hemos intentado llegar a un acuerdo justo. En definitiva, hemos compartido buenos momentos de los que nos llevamos mejores amigas.