El día viernes 11 de noviembre tuve la posibilidad de participar en un proyecto llamado el Jardín de Babel: consistía en asisitir a tres mini clases de 30 minutos, de 11 idiomas diferentes, impartidas por alumnos del Máster de Enseñanza del Español. Las clases que elegí fueron la de árabe, la de portugués y la de alemán.
En la primera estuvimos más o menos diez personas y la profesora nos enseñó cómo presentarnos, contar de uno a diez y las diferentes banderas de los lugares en el que se habla este idioma. Seguramente se trata de una lengua muy difícil pero aunque nunca la he estudiado antes, pude entender algo por el contexto.
La segunda fue la de portugués de Brasil; como el año pasado estuve por 2 meses y medio en Fortaleza, pude entender todo. Es una idioma que me encanta y la manera en la que las dos chicas nos lo enseñaron fue muy divertida, sobre todo porque tenían verdadera actitud brasileña. Organizaron diferentes actividades en la que tuvimos que participar y hablar; gracias a estas he aprendido a decir Eu me chamo Ester (Yo me llamo Ester) y algunas maneras para explicar las direcciones para ir de un lugar a otro, por ejemplo siga reto (sigue recto). Algunas palabras son similares al español, de hecho si tuviera que aprender otra lengua, elegiría seguramente el portugués.
La tercera, la de alemán, fue la que me gustó menos. Es un idioma muy difícil de aprender y completamente diferente con respecto a las lenguas que ya conozco: Italiano, Español, Inglés y Francés. Nunca he pensando en aprenderlo, pero en la vida nunca se sabe. Aprendí a decir mi nombre: Ich heiße Ester y a pronunciar algunos colores: rot, blau, weiß, gelb y schwarz.
En esta actividad extraescolar tuve la posibilidad de aprender cosas diferentes de idiomas que aún no conozco y seguramente ha aumentado mi interés de descubrir culturas distintas a la mía.
A finales de noviembre tuve la posibilidad de participar a una actividad extraescolar en Las Setas.
Éramos unos treinta alumnos de la universidad de Sevilla y lo primero que nos pidieron los profesores fue hacer un listado de los ingredientes del gazpacho andaluz. Cada uno decía cosas diferentes, también porque la mayoría de nosotros éramos era(s)mu(s) entonces no sabíamos tampoco las cantidades precisas.
Después, con un papel blanco y un clip tuvimos que crear un trébol de cuatro hojas: parecía imposible pero el resultado final, como se puede ver de las fotos, ¡fue genial! Una vez terminado, nos han explicado por qué lo hicimos: cada hoja representa un aspecto importante por lo que concierne el Design Thinking. De hecho, los pasos que se deben de seguir son: pensar antes de hacer, hacer para aprender, aprender de todos y compartir con todos.
Gracias también a estos puntos hemos llegado al final de nuestro proyecto que, en mi opinión, ¡ha salido fenomenal!
Lo único malo de aquel día fue el viento, porque por lo restante ¡fue una experiencia divertida y diferente!
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